DE VUELTA A ARGENTINA
UNA VIDA ENTREGADA AL EVANGELIO:
PADRE SERGIO BERTRAM, COFUNDADOR DE LA MISIÓN SVD EN CUBA
Una vez pregunté a P. Sergio:
“¿Cuál es el secreto para ser un misionero feliz?”. -Y él me contestó: “¿Y por qué un misionero tené que estar triste?”-. Y me dejo sin palabras, refirió el seminarista Edson Real SVD.
También el seminarista Fernando Pérez SVD lo recuerda por su profunda sabiduría, gran alegría, entusiasmo, y su entrega total a sus feligreses.
“Sergio siempre se destacó por su servicio en la misión: no importa si era lejos, si lloviera, si hacia sol… estaba siempre presente en las comunidades más apartadas”
Sergio (nacido en 1941 en Esperanza, Argentina, de familia campesina), llegó a Cuba en 1988, cuando la SVD abrió este campo de misión con un equipo conformado por los misioneros Germán Rodríguez Llamas de México y Juan Mellato de Brasil. Gracias al entonces obispo de Holguín, Mons. Peña fueron recibidos en esta bella región oriental de Cuba.
P. Sergio ya contaba con experiencia como misionero y formador en Argentina. Recuerda el aprendizaje espiritual de monseñor Jorge Novak, -hoy beato-, Obispo verbita de Quilmes, defensor incasable de derechos humanos durante la Dictadura Argentina.
Refiere P. Sergio que no fueron años fáciles cuando llegó a Cuba:
“…había carestía, hambruna, persecución, miedo… pero aún con la gracia de Dios, poco a poco fue creciendo la misión. Fueron años de intensa labor y sacrificio: reunir feligreses, visitar casa por casa, iniciar la catequesis de niños y adultos, reparar los templos dañados, levantar nuevos templos, celebrar en comunidades apartadas. Requirió de un esfuerzo titánico, pero siempre estuvo impulsado por el Espíritu de Jesús”
En una de sus miles de anécdotas, cuenta como los niños no sabían quién era Jesús y les asombraban los adornos de Navidad, ya que en esos años estaba prohibida toda manifestación pública de la fe católica.
También cuando recibió la parroquia de Mayarí, cuyo templo estaba plagado de ¡murciélagos! y que tuvo que sacarlos de ahí como pudieron. También de su experiencia como director espiritual en el seminario diocesano de la Habana o la visita del Papa Juan Pablo II en 1998, que dio un fuerte empuje a la iglesia cubana.
P. Sergio es de esos misioneros que son verdaderos libros abiertos vivientes: tiene tal o cual consejo, sabe escuchar, es un hombre de oración, muy alegre, y apasionado como todo buen argentino, al futbol. Con P. Sergio se aprende en una charla de café, todo un curso vivo de Misionología, que no te pueden brindar los libros ni manuales escritos.
Sólo es posible de quienes han encarnado su vida en la misión de Jesús. Él siempre dice que no fue obra suya, sino de Dios y de todos sus colaboradores, bienhechores, cohermanos misioneros. Nunca se atribuye el crédito.
Hoy P. Sergio regresa a su amada patria argentina, después de décadas de servir en Cuba. Pero su corazón es cubano. En su regreso a Argentina, P. Sergio tomará mate, pero recordará el sabor del ron cubano; comerá su asado, pero saboreará el puerco en púa con congrí cubano; acompañara su comida con chimichurri, pero resonará el mojito que se le pone a la yuca…
Desde Cuba se le recuerda con cariño porque será siempre el padre de la misión en Cuba. Nos queda a nosotros los verbitas en esta isla, seguir la misión que una vez P. Sergio comenzó desde cero. Aprendamos de este bello testimonio de vida para animarnos y seguir inspirados con el Verbo y el Espíritu de Gracia por una mejor Cuba.
Gracias Sergio por tu entrega. Dios te bendiga en tu regreso. Estas en nuestros corazones.
Distrito SVD Cuba, Provincia México-Cuba